martes, 8 de mayo de 2018

Carmen Insigne Carmenérè 2017



Al beber un vino de la primera viña de Chile, uno se encuentra de golpe con una historia que pasa fácilmente de los 200 a los 476 años y más. Una historia rústica, construida con barro, paja y gruesas vigas de madera, señal inequívoca de los vericuetos de nuestro desarrollo nacional. 

En un vino simple y barato, de $2139, uno se encuentra con un rendimiento sobrio, lejano a los dolores de cabeza y preparado para el conforte patriota de un estofado o una carbonada enjundiosa, donde los frutos rojos predominan y ofrecen la certeza de la raigambre. Es un vino que debe beberse lentamente, sin premuras, buscando con paciencia el punto de equilibrio entre el paladar y la lengua, donde el cuero de sus aromas recuerda esas alforjas donde probablemente fueron las botellas transportadas a lomo de mula, como nuestra historia, ahí donde la ciruela cortada tiempo antes de madurar nos lleva a la niñez y nos dice ¡bébeme igual!, total, si es solo una botella entre dos, no sufriremos mal alguno.
Ahora, si realmente quieren ser serios al orientar a sus consumidores, hagan etiquetas legibles, que si partimos desde esa experiencia, nunca nadie los bebería.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

120 3 medallas Cabernet Sauvognon 2018 187,5 CC.  Al primer golpe entre pera y bigote, el producto no destiñe, entra fácil, sin embar...