martes, 8 de mayo de 2018

Clos de Pirque, Carmenere, Lontué.


Al olfato, luego de una merecida decantación, destacan de inmediato los tonos frutosos que nos llevan con fiereza al bosque chileno. En una segunda olfación, el sentimiento amaina y nos sitúa con modestia en un campo de ciruelas recién recolectadas, donde un par de díscolas temporeras sucumbieron a la tentación de la fruta y mascaron sin más tan noble expresión de nuestra tierra, dejándonos con la experiencia del olor que emana la carne frutal. 
Al primer sorbo el azúcar, de tanta exposición al sol de la fruta, se hace presente de manera certera, recordándonos algún caldo hispano del pasado olvidado. Es de una astringencia baja y un cuerpo un grado mayor que ligero. Luego de 5 sorbos, seguimos  buscando los taninos aterciopelados que indica la etiqueta, recordándonos siempre aquella frase definitiva de nuestra publicidad nacional: OPEN de Pirque, Clos de Pirque

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